1.1. ¿Qué son los transversales?
Se definen los transversales como “el conjunto de temas contemporáneos relevantes, urgentes de ser articulados y trabajados educativamente a través de las diferentes áreas, disciplinas y/o espacios curriculares”1.
“Son
temas determinados por situaciones problemáticas o socialmente
relevantes, generados por el modelo de desarrollo actual, que atraviesan o envuelven el análisis de la sociedad
y del currículum en el ámbito educativo desde una dimensión ética,
en toda su complejidad conceptual.”2
Los contenidos transversales se incorporan en el currículum como respuestas a las necesidades más sentidas de la comunidad, a las consecuencias de situaciones de crisis que la impactan negativamente y frenan su desarrollo ascendente hacia la plenitud; por ello, constituyen una respuesta curricular concreta que pretende revertir dichas situaciones, mediante acciones globales desde el currículum con la participación comprometida de todos los actores educativos.
Los transversales no son nuevos contenidos
que se añaden a determinadas áreas o disciplinas, sino constituyen la interpretación desde una mirada ética y
crítica de los mismos contenidos incorporados en los diseños curriculares cuyos objetivos y contenidos orientan e impregnan todas las acciones educativas.
La inclusión de los contenidos
transversales en las reformas educativas de casi todos los países, nos muestra que la sociedad está sedienta de un nuevo tipo de
persona y ,por ende, de una nueva sociedad, por lo cual urge su tratamiento, que se concretará en el proyecto curricular de cada centro educativo3
1.1. El currículum y las áreas
transversales
El currículum de la Educación Media se
halla impregnado de valores y
actitudes. Sabemos que desde una perspectiva ética, los contenidos transversales constituyen una interrelación de procedimientos, conceptos, valores y
actitudes, centrados en la persona y su dignidad.
Si reconocemos a la persona como centro de la acción educativa, los transversales puntualizan el estudio de los fenómenos
sociales que atentan contra su dignidad, dificultando su vida. Una forma de atentar contra la dignidad de
un joven, o de una persona adulta es
la violencia física o psicológica; como así también tiene carácter de violencia la insatisfacción de las necesidades básicas de la persona: como la
alimentación, el abrigo, la vivienda, el trabajo, el afecto, entre otros.
Por ello, los transversales constituyen una lente que permite mirar críticamente la realidad y provee las herramientas necesarias para el desarrollo de capacidades y actitudes que ayudarán a la solución de problemas que atentan contra
el bien personal y comunitario.
Desde esta perspectiva, el currículum orienta a afirmar la primacía de la dignidad
de la persona frente a la historia,
a las ciencias, a la tecnología, a las artes y a cualquier
otro tipo de creación humana.
Esta es una concepción que obliga a
una honda transformación de la cultura
institucional tradicional que se manifiesta como mera instructora y transmisora de
conocimientos. La escuela se abre a la construcción de saberes necesarios para enfrentar la vida y como formadora de las actitudes
y capacidades imprescindibles para el desarrollo pleno de la persona.
La transformación institucional nos
desafía a ingresar en un proceso de
compromiso, donde el quehacer didáctico antes
planificado desde lo curricular, exclusivamente, debe ahora ser orientado por valores, actitudes y
capacidades estrechamente relacionados a la realidad cotidiana
y a las necesidades
comunitarias.
Entonces, el quehacer institucional parte desde la definición del Proyecto Educativo Institucional hasta el proyecto de aula, lo que nos permite concretizar la educación en valores.
1.1. Cómo trabajar las áreas transversales
La reforma de la educación
implementada en la mayoría de los países y en el nuestro, plantea
enormes desafíos morales,
ya que la dinámica social
discurre entre tensiones:
solidaridad- competitividad; identidad nacional-globalización; austeridad- consumo; la absolutización de la libertad individual que
exacerba los derechos y opaca las
responsabilidades y los deberes; el sentido democrático-participativo pregonado, que casi siempre
es letra muerta.
Sin embargo, “no hay competitividad ni
crecimiento posibles sin un orden
moral que cohesione el orden colectivo y provea de sentido a los actores individuales”4
De ahí la incorporación de los
contenidos transversales en el currículum de la Reforma
Joven que patentiza el anhelo de que la escuela sea la creadora
de una nueva cultura. Una educación que no
proponga la formación de las personas en valores éticos, está vacía de su contenido fundamental y mal
podría decirse que persigue la formación integral
de la persona.
En medio de las tensiones polarizantes,
es la solidaridad la que debe regular la libertad
y reducir la desigualdad.
Consecuentemente, los valores que están implícitos en los transversales, se desarrollan entre otros, a través del clima institucional.
Las instituciones educativas tienen
una cultura propia que les da su identidad
y que genera un clima institucional. Este clima potencia el desarrollo de determinados valores y
la formación de un estilo propio de
persona o de ciudadano que se concreta en el aula mediante metodologías apropiadas, aptas para vehiculizar esos valores de modo que no queden en meros discursos o en proyectos escritos.
4 Cox, Cristián. XIX Congreso. CIEC, ciudad de Méjico, Méjico. 2001.
3 Fuente: Ministerio de Educación y Cultura, Viceministerio de Educación, Dirección
General de Desarrollo Educativo. Dirección General de Educación Media y Técnica. Diseño Curricular Nacional. Asunción
, Paraguay. 2002.
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