DERECHO LABORAL
EVOLUCIÓN
DEL TRABAJO A TRAVÉS DEL TIEMPO.
A lo largo de la historia, los seres humanos hemos ido modificando nuestros
hábitos y costumbres, utilizando la fuerza y
el conocimiento para
tratar de satisfacer nuestras necesidades y mejorar nuestra calidad de
vida. Este intento de superación se realizó a través del trabajo y
el empleo de recursos y
energía, de forma tal que a medida que se desarrollaba el trabajo,
inevitablemente, se realizaba un intercambio tanto con el medioambiente como
con otros seres humanos. Pero al trabajar, además de modificar su entorno,
un individuo también
se modificaba a si mismo, al vincularse de forma solidaria o conflictiva con
otros individuos o grupos, por
ejemplo.
Para ser realizado, todo trabajo requiere de una serie
de esfuerzos físicos y conocimientos, por más simple que parezca la tarea a
realizar. Y además de un esfuerzo individual, cada trabajo supone un esfuerzo
colectivo ya que es necesaria para su realización algún tipo de ayuda o
cooperación. Por otra parte, existen innumerables cantidad de actividades, cada
una de las cuales está organizada de diferente manera en cuanto a sudistribución de
tareas, organización jerárquica, tecnología utilizada,
formas de gestión y mano
de obra. Como podemos ver, existen muchas formas de clasificar el trabajo, y es
entonces que al analizar la evolución histórica
del mismo, podremos notar que a medida que avanzamos en el tiempo, la
división social del trabajo ha ido aumentando cada vez más.
En la prehistoria, los
primeros humanos obtenían los medios necesarios
para subsistir en base a la recolección (frutos, raíces, miel, semillas,
nueces, carroña). Inicialmente usaban sólo sus manos para conseguir el
alimento, posteriormente, palos, estacas y piedras. A medida que fueron
desarrollando sus conocimientos incorporaron herramientas, palos y
piedras con algún trabajo incorporado (cuchillos, raspadores, punzones, armas de
corto alcance), descubrieron el fuego. En este momento, cuando el hombre pasa
de recolector a cazador, es cuando se produce una importante división social
del trabajo: la asignación de funciones según
la condición sexual y la edad. En gran parte tiene que ver con las capacidades
físicas y con el cuidado de los niños. Mientras
los hombres salían a cazar, las mujeres y los impedidos físicamente quedaban a
cargo de los niños y el fuego. En este momento también se desarrolla la familia y se
inician intercambios culturales como reuniones alrededor del fuego. El trabajo
y la distribución de la caza se hacen de forma colectiva.
Posteriormente surgen los primeros centros urbanos y
ciudades, y aparece la agricultura, aumentando
notablemente la tecnología disponible. Se inventan instrumentos para facilitar
su labor, como hoces y arados, por ejemplo. Luego se comienza a trabajar
los metales. Con el
trabajo del hierro, la
agricultura y la domesticación de los animales, cada vez
era más necesario el dominio de
conocimientos más complejos y especializados. La división del trabajo se hizo
más compleja. De esta forma nació la diferenciación de grupos sociales según su
oficio. Como por ejemplo los campesinos y los comerciantes. Esta nueva forma de
organizar el trabajo tuvo sus consecuencias en la sociedad. Nacieron
jerarquías entre las distintas ocupaciones. Las ocupaciones de menor jerarquía
eran las que requerían de un mayor esfuerzo físico, como los campesinos,
mientras que las de mayor jerarquía eran las realizadas por los grupos que se
dedicaban a tareas religiosas y militares, quienes recibían muchos más
beneficios que los campesinos y artesanos.
Hasta entonces se realizaba el trabajo y la
distribución de manera colectiva. Cuando aparece la apropiación de tierras,
ganados y utensilios, suceden dos importantes cambios sociales: Se abandona el
matriarcado, en el cual las nuevas generaciones heredaban por parte de la
madre, para dar paso al patriarcado, en el cual se hereda por parte del padre y
hacia el varón mayor (primogénito); y además el período comunal da paso a los
primeros propietarios. De esta forma surgen las bases del esclavismo.
Una de las divisiones más importantes del trabajo ha
sido la separación de lo intelectual con respecto al trabajo manual, es decir
la división entre quienes planean y quienes ejecutan el trabajo. La aparición
de la propiedad les
permite a las personas más poderosas de la sociedad la apropiación de la tierra, el ganado,
las herramientas, etcétera, con lo cual logran acumular grandes riquezas
basadas en la agricultura, la ganadería, la explotación
de metales y las artesanías. Este poder económico
les permite el control social,
de manera que logran aún mayores ganancias y pueden darse una vida de
comodidades. De esta forma, la sociedad se divide en dos grandes grupos: los
explotadores y los explotados. Los nobles, los funcionarios, la iglesia y los
grandes terratenientes viven a expensas de la explotación de los campesinos,
pastores y artesanos.
La propiedad se ejerce tanto sobre los medios de producción como
sobre las personas, quienes pasan a ser esclavos. Ellos carecen de todo tipo de
derecho y los obligan a trabajar mediante amenazas y golpes. A cambio reciben
sólo el alimento necesario para sobrevivir. El trabajo lo realizan en los
castillos, en los templos, en las minas y en las casas de los ricos, quienes
tienen la posibilidad de comprar esclavos en los mercadospúblicos.
Existían una buena cantidad de campesinos libres cuya explotación lograba mejores resultados que la mano de obra esclava, pero que no prosperó debido al nulo costo de producción que significaba un esclavo, y su posibilidad de explotación. Por otra parte, los artesanos dependían de la nobleza y los comerciantes para poder subsistir, de otra forma devenían en desocupados y esclavos.
Los grandes territorios conformados gracias a guerras e
invasiones, y controlados por monarquías y otras formas de nobleza, se fueron
construyendo alrededor de los castillos y bajo la protección de poderosos
cuerpos de caballeros. Ahora, el señor feudal en lugar de someter a los pobres
a base de látigos y cadenas, lo hacía de manera encubierta. Los plebeyos vivían
en los alrededores de los castillos, y estaba bajo las órdenes de los terratenientes,
se le permitía cultivar una parcela de tierra para
mantener a su familia pero
debía estar dispuesto a realizar cualquier servicio que
ordenara el señor feudal, aunque fuera en el castillo, la hacienda o el
ejército; su vida estaba dedicada al señor feudal y en el tiempo que le
sobraba cultivaba para sí mismo y para el sustento económico de su familia, y
para pagar tributos, diezmos y
otras solicitudes de los nobles.
A medida que las sociedades se
hicieron más complejas en cuanto a su organización, la
variedad de actividades humanas se ha multiplicado y la división y
especialización del trabajo ha
aumentado notablemente. Un ejemplo de esto es que también fueron apareciendo
divisiones jerárquicas entre trabajadores que realizaban una misma labor, como
en los gremios de artesanos medievales, en los que comenzaron las
diferenciaciones entre maestros, oficiales y aprendices.
El importante incremento del comercio, las rutas
comerciales (y sus consecuentes peligros) y la especialización, como así
también la necesidad de obtener un permiso para el ejercicio de su actividad y
privilegios de mercado, fueron los
hechos que sentaron una base para el comienzo de las agrupaciones de mercaderes
y artesanos, es decir, los gremios.
En sus comienzos los gremios eran igualitarios y
solidarios entre sus miembros, y su finalidad original era obtener protección
por parte de las autoridades para sus actividades y el derecho a regularlas
detalladamente. Defendían el derecho de sus miembros a ejercer su oficio y
regulaban la duración de la jornada de trabajo, los precios y
la calidad de
los productos, entre
otras cosas. Además, algunos gremios desalentaban e incluso penalizaban el
enriquecimiento personal. No
permitían a sus miembros adelantarse y vender antes de determinada hora ni
después de otra, competir con los precios, disminuir la calidad ni la solidez
del producto a cambio de
un precio inferior,
ni tampoco comprar barato para luego vender caro.
En los talleres convivían maestros, oficiales y
aprendices, pero sin embargo en un principio no existía una estricta división
de tareas, puesto que cada uno fabricaba piezas únicas completas, una por una y
pedidas por encargo. El objetivo de los
gremios era obtener una justicia social
igualitaria para todos sus miembros. A todo aquel que trabajara le correspondía
un sustento.
Los gremios poseían personalidad jurídica,
mediante una reglamentación otorgada por la autoridad municipal.
Dicha personalidad jurídica obligaba a respetar los estatutos y la licencia de
algunos privilegios. Por otra parte, otorgaba a la corporación gremial el
privilegio de regular su propio oficio, y la posibilidad de ejercer funciones de
policía. Los gremios más antiguos de los que se tiene constancia son el de
panaderos de Pontoise, en 1162, y el de curtidores de Ruan, en 1163. Sin
embargo, ya desde el primer cuarto del siglo XII (aproximadamente en el año
1121) surgió la hansa parisina, una agrupación de mercaderes que se atribuyó
poderes municipales. Poseía exclusividad sobre el comercio fluvial en París
y derechos sobre
el tráfico entre Normandía y Borgoña.
Las corporaciones contaban con una organización
interna bastante rígida, y poseían una jerarquización muy marcada. En primer
lugar estaban los maestros, ellos debían demostrar competencia y
capacidad financiera. En algunos gremios debían realizar una "obra
maestra" para conseguir dicha maestría y además pagar una matrícula. Eran
los únicos que tenían la facultad para votar los estatutos y elegir a los
procuradores y jefes del gremio. Posteriormente se adoptó la práctica de que
los hijos de los maestros (hijos aprendices) fueran los que luego adquirieran
la maestría, de esta forma este título paso a ser de carácter hereditario,
disminuyendo casi por completo la posibilidad de lograrlo. En segundo lugar
venían los oficiales, quienes originalmente eran potenciales maestros. Accedían
a la maestría según el estatuto de cada miembro, pero generalmente era muy
difícil que lo consiguieran. Tenían el derecho de recibir formación,
alojamiento, alimentación y salario. Por último
estaban los criados aprendices, éstos poseían bajísimos salarios y no
tenían posibilidad de crecimiento profesional. Muchas veces debían conformarse
sólo con ser alojados y alimentados por un maestro. Sus condiciones de trabajo
y de contratación variaron según el gremio y de acuerdo al tiempo.
El desarrollo de los
gremios creció a la par de la intensificación de la competencia industrial y
comercial. Nacidos con fines solidarios, paulatinamente fueron mutando sus
intereses por fines monopólicos. De organismos profesionales que englobaban a
todos los trabajadores agremiados pasaron a ser un organismo de defensa de los
intereses de los maestros exclusivamente. Además, las limitaciones impuestas
para ingresar a los gremios formaron un mecanismo que repelió a muchos
potenciales agremiados hacia las filas de los trabajadores asalariados,
engrosando de esta forma la lista de obreros carentes de derechos, protección
y seguridad laboral.
El gremio local (artesanal –panaderos, herreros-) se
va a separar de forma muy notoria con los gremios más desarrollados, que son
los que se crean en torno a
la exportación. En los
gremios locales artesanales, tanto las herramientas, como el
taller y la materia prima pertenecen
al artesano, como así también el producto que vende. Por el contrario en
la industria de la
exportación, el trabajo y
el capital se
separaron. El obrero apartado del mercado sólo conoce al empresario que le
paga, separándose del intermediario que se encargará de vender sus productos.
La diferencia con los obreros actuales es que en vez de reunirse en grandes
fábricas, todavía se repartían en varios talleres con pequeñas cantidades de
obreros. El maestro se transformó entonces en un trabajador a domicilio,
asalariado por un mercader capitalista. A pesar de las difíciles condiciones de
vida, este obrero trabajaba todavía en su casa, y organizaba su tiempo con
cierta libertad. En las
ciudades más manufactureras del mundo medieval, los obreros comenzaron a
manifestar una gran hostilidad hacia los capitalistas, quienes no atendían sus
reclamos.
Durante un largo tiempo los tres sistemas productivos
(el taller artesanal, el taller manufacturero y el trabajo a domicilio)
convivieron. Pero, desde fines del siglo XVIII, fueron absorbidos por un nuevo
modo de organizar el trabajo: la fábrica industrial. Esta forma de producción
nació en Inglaterra. Allí se
daban una serie de condiciones que hicieron posible que, en poco tiempo, se
transformara en una nación industrial;
lo que permitió impulsar la tecnología y
aplicarla a la producción. Surgieron entonces los telares mecánicos, que
multiplicaban notablemente la cantidad y la calidad de los productos, y los
ferrocarriles y los barcos de vapor que trasladaban los productos de
Inglaterra, como así también un gran avance en las comunicaciones. Estos
avances tecnológicos, conocidos como Primera Revolución Industrial,
tuvieron un gran impacto en la economía y
fundamentalmente, en el desarrollo del trabajo. La modificación más
significativa que introdujo la 1ª Revolución industrial fue el desarrollo de la
producción en masa. Para poder subsistir en el nuevo modelo económico,
los empresarios debían ser capaces de realizar la mayor cantidad de productos
en el menor tiempo posible y al precio más bajo. La mejor forma de hacerlo era
utilizando nuevas tecnologías y organizando el trabajo, de manera tal que
aumente la producción.
Una de las industrias que
más se desarrolló en este período fue la industria textil. Este desarrollo fue
posible en gran parte gracias a la invención de la máquina hiladora y el telar
mecánico. Estas invenciones comenzaron con una verdadera revolución en el mundo
del trabajo, el cual ya no se realizaba a mano o con instrumentos manuales, sino que
se comenzaron a utilizar máquinas que
reemplazaban el trabajo de varios obreros y que no interrumpían su producción.
El trabajo que antes se realizaba en una gran cantidad de talleres y casas se
empezó a hacer en un solo lugar, las grandes fábricas industriales. En ellas se
unían una inmensa cantidad de máquinas y trabajadores y, mediante un trabajo
organizado, realizaban grandes cantidades de un mismo producto. Los artesanos,
al no tener forma de competir con esta producción en masa, terminaban
convirtiéndose en obreros asalariados por las fábricas. De forma paulatina
fueron desapareciendo los talleres y trabajadores a domicilio, y por
contrapartida, fue aumentando la producción industrial.
La jornada laboral hasta mediados del siglo diecinueve
es de doce a catorce horas y debido a la demanda explosiva
de mano de obra, se llegó a utilizar menores y mujeres en la realización de
tareas peligrosas y penosas. En las hilanderías inglesas se trabajaba
normalmente entre doce y diecisiete horas diarias. La concentración poblacional
y la vida en las ciudades son modificaciones sociales que impuso la Revolución Industrial que se
caracterizó, además de los horarios prolongados, por malas condiciones de
trabajo, insalubridad, inseguridad y bajo
nivel de las remuneraciones siendo
los peores pagos los menores y las mujeres. No existía tampoco legislación
laboral que ordenara el caótico sistema.
La explotación de los obreros, originada por los métodos empleados
al inicio de la industrialización, aunada al afán de lucro excesivo de los
patrones, fueron las raíces del movimiento asociacionista
de los trabajadores, que buscaron homologar fuerzas respecto de los patrones
por medio de la aglutinación de individualidades laborales, para reclamar
condiciones salariales más justas, jornadas de trabaja más cortas y, en
general, llegar a establecer un estado social
más equitativo para la clase trabajadora.
La transformación industrial, que operó primero en los países europeos,
prohibió terminantemente el derecho de asociación de los trabajadores, pues el
régimen individualista no veía justificación para que los trabajadores se
asociaran en defensa de sus intereses laborales e incluso se tipificó como
un delito en los
códigos penales: esta etapa de prohibición de dio entre 1776 y 1810.Con el
tiempo, los esfuerzos del Estado para prohibir el derecho de asociación fueron
infructuosos, porque los sindicatos seguían
existiendo. Por ello en los diversos países se inició una etapa llamada
de tolerancia, en la
cual, sin otorgar reconocimiento alguno al derecho sindical, se admitía de
hecho, sin establecer nada respecto en las leyes dictadas
por el Estado. A la época
de la tolerancia siguió una de reconocimiento absoluto del derecho sindical.
Esto sucedió a finales del siglo XIX, ante las acciones de los
sindicatos lograron que el estado variara su criterio al respecto y dictara
leyes que reconocían a los trabajadores, de manera abierta, el derecho a
integrarse en sindicatos. Inglaterra fue el primer país que dio el primer paso
en este aspecto, con el reconocimiento del derecho de coalición en 1824, que
otorgaba la legalidad a un
intenso movimiento asociacionista que existía en la clandestinidad. Dentro
del proceso histórico
del sindicalismo también
se tiene que tomar en cuenta las internacionales, las cuales eran convocatorias
de organizaciones sindicales.
En 1862 se celebró en Londres la Exposición Internacional,
la cual tuvo la participación de ingleses, franceses y alemanes; en total se
reunieron más de 300 líderes obreros en la llamada Fiesta de la Fraternidad. En
esta se pactó la solidaridad entre
los sindicalistas de estas naciones para buscar una unificación formal que les
permitiera adquirir una gran fuerza. Hacia
1867, la Internacional demostró su fuerza cuando los sindicalistas ingleses
sostuvieron económicamente las huelgas de los trabajadores franceses. La visión
de esta primera Internacional se puede resumir en lo siguiente: "La
emancipación económica del trabajador debe ser el objetivo de toda política. No es éste un problema local ni nacional, se trata
de un problema social" La primera Internacional desapareció en 1870
por conflictos armados
en Europa. En 1889
surgió la Segunda Internacional.
Uno de los aspectos determinantes de su acción fue
que desde un principio pidieron asesoría política a partidos socialistas, y
esta asesoría fue tan importante que dominó más la fase política del socialismo que
los intereses gremiales de los afiliados. Esta organización llegó a tener hasta
12 millones de afiliados en todo el mundo. No obstante, el estallido de la
Primera Guerra Mundial
sometió a dura prueba a la organización obrera, porque a pesar de sus
sentimientos unionistas se dividieron con sentimiento nacionalista y se
dispusieron a apoyar a sus respectivos países en la contienda; lo que provocó
la desintegración de la Segunda Internacional. Concluida la guerra, al
instaurarse la paz se puso en marcha un notable intento de los sindicalistas
para integrar de nuevo la Internacional y se logró hasta 1919 en Moscú en donde
la organización tuvo un corte comunista. Se consiguió la afiliación de
sindicalistas de 23 países. Su característica principal fue que era de tendencia
abiertamente revolucionaria, y su acción primaria consistía en fomentar el
descontento popular y la violencia con el
propósito de transformar, según la teoría en una
lucha de clases, al conflicto armado
que había terminado.
A medida que aumentaba la concentración de obreros en
las grandes fábricas, los empresarios se vieron forzados a organizar de mejor
manera el trabajo, para así también mejorar la productividad. Para
lograr esto, implementaron una serie de transformaciones que llevaron a una
tajante división de las tareas de dirección de las
de ejecución. El aumento de la productividad trajo consigo una gran aceleración
en el proceso de la división del trabajo. Así, el producto final dejó de ser
obra personal del trabajador. A medida que crecía la producción, y la
competencia exigía nuevas aplicaciones tecnológicas, la división del trabajo
fue haciéndose más y más compleja.
A causa de la permanente competencia entre las empresas, era
necesaria la permanente búsqueda de nuevas tecnologías y de mejoras en la organización del
trabajo. Por eso, a principios del
siglo XX se realizaron experiencias e investigaciones para
intentar mejorar las condiciones de producción.
Los dueños de las fábricas buscaban la manera de bajar
sus costos y
aumentar las ganancias, y encontraron en las ideas del ingeniero estadounidense
Frederick Taylor una
ayuda invalorable. Algunos llamaron a este método "organización
científica del trabajo" y otros, simplemente taylorismo. El método de
Taylor consistía en calcular el tiempo promedio para producir un determinado
producto o una parte de él y obligar al obrero a acelerar el ritmo de trabajo
asimilándolo a una máquina.
Esto se lograba a través de tres métodos
fundamentales: 1) aislando a cada trabajador del resto de sus compañeros bajo
el estricto control del
personal directivo de la empresa, que le
indicaba qué tenía que hacer y en cuanto tiempo; 2) haciendo que cada
trabajador produjera una parte del producto, perdiendo la idea de totalidad y
automatizando su trabajo y por último, 3) pagando distintos salarios a cada
obrero de acuerdo con la cantidad de piezas producidas o con su rendimiento
laboral. Esto fomentaba la competencia entre los propios compañeros y
aceleraba, aun más, los ritmos de producción.
La máquina establecía la intensidad del trabajo
y, a su vez, cada obrero requería saber menos, pues para realizar una
tarea mecánica y
rutinaria (ajustar un tornillo, por ejemplo), lo único que necesitaba saber era
obedecer. De esa forma, el empresario ya no dependía ni de la buena
voluntad del trabajador para realizar su tarea eficazmente (la máquina le
marcaba el ritmo) ni de sus conocimientos. El obrero era, según Taylor,
un buen "gorila amaestrado" que hacía lo que otro había pensado y, al
mismo tiempo siguiendo el esquema de Adam Smith, producía
más en menos tiempo, pues reducía el costo y aumentaba la ganancia. Una de las
primeras empresas que aplicó los métodos de Taylor fue la Ford Motors Company,
de Detroit. Allí se puso en práctica la "cadena de montaje",
una cinta transportadora que movía las piezas para que los obreros trabajaran
sobre ellas en un tiempo determinado y en una actividad. Al final de la cadena
el auto quedaba terminado. A este novedoso modo de producir se lo llamó fordismo.
La obsesión de los nuevos industriales de la ciencia de la
dominación laboral fue la de subordinar definitivamente el trabajo vivo del
obrero al ritmo de la máquina industrial, que desde entonces se convirtió en el
verdadero ordenador de la vida laboral y en la principal garantía de la disciplina obrera.
La imagen de las
nuevas fábricas no exageraba la que ofrecía Charles Chaplin, en Tiempos
Modernos. Cada operario especializado en una única actividad realizaba su tarea
al ritmo que marcaba la cinta transportadora. Un sofisticado código de
reglamentaciones laborales regulaba cada momento de la vida del trabajador en
la empresa, en un
feliz reencuentro con las formas de dominación burocráticas, que se manifestaba
obscenamente en el hecho de que tras la categoría de los no cualificados,
el componente laboral más importante de cualquier fábrica fuese el de los
supervisores de trabajo y los técnicos de producción.
El trabajador sometido a la disciplina del cronómetro
empezó, además, a ser pagado mediante un sistema de primas de producción que
individualizaban su trabajo y su salario de acuerdo con su productividad. La
nueva conciencia patronal
tan obstinadamente empeñada en la racionalización probaba el hecho de que
la alienación del trabajo es un factor consustancial en la acumulación de
capital cuando los encargados de realizarlo no se avienen a aceptarlo sin resistencia. La era de
la producción en masa, por tanto, no supuso un progreso en la emancipación de
la fuerza de trabajo sino un agravamiento de las condiciones que lo conformaban
como actividad alienada: pérdida de control sobre el proceso de producción,
burocratización de la actividad en la industria, división de los trabajadores
mediante los sistemas de primas. Se trataba de convertir definitivamente al
obrero en aquel "orangután amaestrado" con el que Taylor soñaba como
futuro habitante de las fábricas científicas. La fábrica fordista nació
más para garantizar el control de la mano obra sin la cual carecía de sentido
todo el edificio industrial que para asegurar la producción.
Una tendencia en el desarrollo de la civilización
industrial ha sido la aplicación creciente de la ciencia y la
tecnología al proceso productivo. Las transformaciones económicas y
organizativas que caracterizan la nueva fase de la economía mundial están
estrechamente asociadas a un profundo cambio científico y tecnológico. Este
cambio tiene su núcleo en las tecnologías de la información —microelectrónica, informática, telecomunicaciones—.
Estas nuevas tecnologías tienen
un doble efecto. Por una parte, abren nuevos sectores industriales, como la
industria de la computación. Pero,
además, desencadenan grandes transformaciones en un conjunto muy amplio de
actividades económicas.
Estos cambios son acompañados en las sociedades capitalistas
avanzadas por una importancia creciente de las actividades de procesamiento de
información, tanto en el producto bruto como en la estructura ocupacional.
La organización de la producción y el trabajo también se ha visto profundamente
modificada.
Así como el fordismo caracterizó la organización
productiva desde los primeros años del siglo XX, desde el último tercio del
siglo creció en importancia un nuevo modelo de organización del trabajo y de la
producción. Este modelo suele denominarse toyotismo (porque fue desarrollado en
la fábrica japonesa de automóviles Toyota) u ohnismo
(Porque su concepción y diseño fueron
realizadas por Taiichi Ohno, ingeniero jefe de Toyota). Las nuevas formas
organizativas se caracterizan por la flexibilidad de la producción y de
la gestión empresaria,
no sólo en la estructura interna de las empresas sino también en relación con
sus sistemas de proveedores y su
demanda. La economía contemporánea es cada vez más una economía global, en la
que, como señala Manuel Castells, "el capital, la producción, la gestión, los mercados, la fuerza
de trabajo, la información y la tecnología se organizan en flujos que
atraviesan las fronteras nacionales". No se trata simplemente de que
"la economía tenga una dimensión mundial (lo cual es cierto desde el siglo
XVII, sino que el sistema económico funciona cotidianamente como una unidad en
el ámbito mundial".
La primera fase de la Revolución Industrial estuvo
estrechamente identificada con el ascenso de Inglaterra; la segunda, con el
avance de los Estados Unidos y Alemania. La tercera
fase muestra el
ascenso de Japón, que
durante las décadas de 1970 y 1980 supo sacar el mayor provecho de las
posibilidades productivas de las tecnologías de la información. Esto no
significa que los Estados Unidos y los países de Europa occidental hayan
quedado marginados de este proceso, sino más bien que hay nuevos y poderosos
actores en el escenario económico internacional.
En la actualidad se emplea la sigla BRIC para
referirse conjuntamente a Brasil, Rusia, India y China, que tienen
en común una enorme población (Rusia
y Brasil por encima de los cien millones, China e India por encima de los mil
millones), un enorme territorio, lo que les proporciona dimensiones
estratégicas continentales y gigante cantidad de recursos naturales,
y lo que es más importante, que en los últimos años han presentado cifras de
crecimiento de su PIB y de
participación en el comercio mundial enormes, lo que les hace atractivos como
destino de inversiones.
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos73/trabajo-historia/trabajo-historia.shtml#ixzz4qQZvf0vp
No hay comentarios:
Publicar un comentario